1. La botella de vino más antigua que se conoce procede de la bodega de Speyer, en Alemania.
El mundo del vino está impregnado de historia y tradición, y uno de los aspectos más fascinantes de esta antigua bebida es su durabilidad.
El vino se ha producido y consumido durante miles de años, y algunas de las botellas más antiguas siguen existiendo hoy en día, ofreciéndonos una tentadora visión del pasado.
La botella de vino más antigua que se conoce procede de la bodega de Speyer, en Alemania, y data del siglo IV d.C.. Esta extraordinaria reliquia se descubrió en 1867 durante las excavaciones de la tumba de un noble romano en la región alemana de Renania-Palatinado.
La botella es de vidrio y aún contiene restos del líquido original, lo que revela que se trataba de un vino blanco dulce de postre elaborado con uvas cultivadas en la región. Su extraordinario estado de conservación es un testimonio del antiguo arte de la elaboración del vino y de su perdurable atractivo a lo largo de los siglos.
2. La botella y su interior.
Los arqueólogos descubrieron una botella de un litro y medio de capacidad volumétrica, con dos asas en forma de delfín. En la época romana no era frecuente el uso del vidrio para la fabricación de botellas, debido a su susceptibilidad a la rotura.
El contenido de la botella, que aún se conserva, parece ser una mezcla de diversos elementos que pueden apreciarse a simple vista. Tras un examen más detallado, resultó evidente que la botella ya no contenía etanol.
Sin embargo, se determinó que una proporción significativa de la mezcla estaba compuesta por etanol. La botella también se había rellenado con una amalgama de hierbas y, para garantizar una mejor conservación, se añadió una generosa cantidad de aceite de oliva como barrera protectora contra la evaporación. La botella se selló firmemente con cera caliente.
Aunque se contempló la posibilidad de abrir el frasco para realizar un análisis en profundidad de su contenido en un laboratorio, se decidió dejarlo sin abrir por temor a la posible naturaleza reactiva de su contenido en caso de exposición.
3. ¿Podría volver a beberse el vino de Speyer?.
La botella de Speyer ha alcanzado un nivel de conservación sin precedentes, gracias a las excepcionales técnicas de sellado empleadas al enterrarla hace más de un milenio.
A pesar de los esfuerzos de quienes trataron de proteger su contenido, el residuo que queda no puede considerarse vino. El líquido conservado es una masa sólida y oscura acompañada de una sustancia lechosa.
Ludger Tekampe, el estimado jefe del departamento de vinos del museo donde se alberga la botella, afirma que el vino no ha resistido la prueba del tiempo.
Sin embargo, los expertos sugieren que, a nivel microbiológico, es posible que la composición del vino no se haya alterado, dada su apariencia a través del exterior de cristal. Si Tekampe y su equipo deciden descorchar la botella, podría surgir la oportunidad de probar el vino antiguo. Sin embargo, se cree que el sabor sería demasiado exquisito para siquiera intuirlo.
La pregunta es: ¿se atrevería a probar el vino más antiguo del mundo?